domingo, 27 de noviembre de 2016

           EL TIEMPO DEL BUFETE


Cuantas veces recorrí su estudio,
eran dos piezas forradas en madera,
 de nogal oscuro, muy oscuro.
Detras del sofá pendía un cuadro con marco de oro,
nostalgia de un pasado de opulencia, adinerado.

Escritorio de cortina con vetas de roble americano,
sello y lacre en sus cajones encuentro olvidados
por aquel tiempo transcurrido no en vano,
de aquellos años de profesión cumplida.

La perspectiva del ambiente me cambió
una vez sentado , en su sillón de tornillo sinfin  y cuero.
Vi en un rincón un viejo escupitin semi escondido,
era una vieja loza salpicada entera.
También una alfombra persa deshilachada,
más parecía un choapino egipcio desmembrado.


Subí la vista a las esquinas viendo viejas telarañas
que pendían con sus centros vacios de  sus seres idos y olvidados.
La luz  entraba traspasando las cortinas,
¿quien diría que el tiempo en este caso no perdona?
La latente ausencia del hombre se percibe.

Luego mi vista giró hacia afuera buscando libertad,
pero no llegaba desde allí, lugar angosto, calle de adoquines,
murallas de adobe recubiertas y pintadas de colores vagos,
silenciosas, estáticas, en una vía que quedó
por aquel diseño construida.
Presencia de la historia, calle y bufete entrelazados,
La primera agonizando y el otro yace aún sin vida.
ARGON
 2005.

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